Son fáciles de reconocer: barbas largas, ropa harapienta, tetrabriks
de vinazo y latas de atún. Son mendigos. Sin techo, pedigüeños,
homeless,
o “personas en vía de desarrollo”, como pide que se les llame la AAPM
(Asociación de Amigos de los Putos Mendigos). Pero este estereotipo ha
cambiado, tal y como defienden los directivos de Bankia, que en breve
ofrecerán un innovador curso llamado
“Usted puede convertirse en un Mendigo Deluxe”.
Según afirmaron los docentes en la presentación del curso, “el nuevo
sin techo es un ejecutivo bancario que sabe que no hay que pedirle el
dinero al ciudadano, si no directamente al Estado”.
Este curso,
que se ofrecerá en breve en las mejores facultades de Administración y
Dirección de Empresas, sorprende por sus planteamientos innovadores. En
exclusiva para esta publicación, el director del curso ha aceptado
explicarnos algunas de sus propuestas docentes, a fin que los
interesados puedan entender por donde van los tiros.
Apartamentos de cartón:
una cosa hay que reconocerles a los mendigos: con cuatro cartones del
Mercadona te montan una fortaleza más inexpugnable que el Alcázar de
Toledo. Bueno, quizás no tanto, pero seguro que aguantan más que
cualquier ñordo de los que monta Calatrava con la punta de la picha.
Pero el Mendigo Deluxe debe ser más tradicional y edificar pisos con el
típico ladrillo. Y a poder ser, cerca de la playa. Y construir muchos,
muchísimos, o al menos los suficientes para generar una burbuja
inmobiliaria que en pocos años estallará llevando tu entidad bancaria a
la ruina. Entonces, el dinero del Estado vendrá solito hacia tu
bolsillo.
Fracaso personal: un hombre suele
convertirse en mendigo a causa de un encadenamiento de desgracias
varias. Perder el empleo. Divorciarse. Solicitar una hipoteca
estratosférica. Invertir en Facebook o apostar todos sus ahorros a la
victoria de España en Eurovisión. En cambio, el Mendigo Deluxe es un
auténtico triunfador. Tiene un sueldo de directivo, inversiones en
empresas punteras, esposa y un sinfín de amantes. Pero todo ese éxito
debe contrastar con el absoluto fracaso de tu gestión de activos
inmuebles. Tened en cuenta que el Mendigo Deluxe, a diferencia del sin
techo tradicional, sí tiene casa, y muchas, aunque todas son una puta
mierda sin valor en el mercado.
Beber vino barato:
hay que dejar atrás esta vieja costumbre, muy extendida entre el
colectivo indigente. A pesar que pocos pueden resistirse a ahogar sus
penas en el morapio más zafio del supermercado, este hábito atenta
contra la voluntad de recaptar dinero. Muchos son los viandantes que han
decidido no echar una moneda a un mendigo a causa de una voz interior
que les decía “a ese no le des nada, que se lo gasta en vino”. El
Mendigo Deluxe no debe escatimar en gastos: caviar, champán, farlopa y
otros productos de primera necesidad que proyecten hacia los otros una
imagen de triunfador. Y viviendas. Sobre todo debe comprar viviendas.
Pero cuidado: hay que ser discreto. No vaya a ser que el Estado nos cale
y diga “a ese no le demos nada, que se lo gasta en pisos”.
Esperemos
que el presente artículo haya despertado vuestro interés en
matricularos en el curso “Usted puede convertirse en un Mendigo Deluxe”.
Animaos. La de Mendigo Deluxe es una profesión con una gran proyección
en la coyuntura económica actual. Y ya sabéis, si no quedáis
satisfechos, Bankia NUNCA devuelve el dinero.
Fuente: El Jueves